La golpiza que sufrió el ministro expuso el malestar que hay en la sociedad por la agudización de los problemas de inseguridad. “Fue un llamado de atención importante”, advirtieron en el oficialismo
La agresión de los compañeros del chofer de colectivo asesinado a Sergio Berni atravesó al Frente de Todos por completo. No solo por el impacto que generaron las imágenes de los golpes que recibió el ministro de Seguridad bonaerense, sino por la exposición de un síntoma social: el hartazgo ante la política.
En el Gobierno y en todo el peronismo se encendieron las alarmas después del episodio de ayer. La reacción de los colegas de Daniel Barrientos, el colectivero de la línea 620 que fue asesinado a la madrugada cuando estaba por arrancar su servicio, estuvo cargada de odio, agotamiento y desazón. Lo vieron todos. No era difícil descubrirlo detrás de la avanzada en manada contra Berni.
En el Frente de Todos advirtieron que el ataque de los colectiveros a una figura política como Berni es la representación cabal de que hay un agotamiento absoluto en la relación entre la política y la sociedad. Un vínculo resquebrajado que está afectado por factores contextuales determinantes como el aumento de la inflación y la perdida del poder adquisitivo.
Es decir, a un hecho se inseguridad puntual se le puede sumar que el dinero no alcanza para llegar a fin de mes o que resulta cada vez más complejo progresar. Entienden que ese malestar genera un caldo de cultivo para reacciones violentas que son genuinas y que pueden repetirse cada vez con más frecuencia.
“Es para preocuparse. Lo que sucedió fue un llamado de atención importante. Hay un hartazgo generalizado”, reflexionó un intendente del conurbano. Un par suyo fue aún más explícito y duro sobre la reacción de los colectiveros en La Matanza: “Se están moviendo las placas tectónicas. En el 2001 nos echaron por el corralito, en el 2023 nos van echar por los salarios”.
Lo que más preocupa en el oficialismo es que haya una reacción en cadena y que frente a los hechos concretos de la realidad – como le homicidio del colectivero – el enojo y la desilusión que hay en muchos sectores de la sociedad se manifiesten en forma violenta.
Un legislador del Frente de Todos lo resumió en una frase. “La piña a Berni fue una piña a la política. Mañana puede ser cualquiera de nosotros”, se sinceró. Y en esa línea, aseguró que la gente “está mal y siente que la política está en su mundo con las internas”. Un diputado kirchnerista advirtió: “La política está mirando otro canal”.
En el oficialismo reconocen que la situación económica está impactando de lleno en el humor de la gente, además de en su vida diaria. Existe un malestar innegable que puede explotar en cualquier momento y lugar. Quizás lo que más ha llamado la atención en el ambiente político es la reaparición de una canción que retumbaba por las calles en la crisis del 2001: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.
En ese comienzo del milenio fue un grito de guerra contra la clase política. Había un hastío muy grande que se desparramó en las calles de todo el país, particularmente en la Ciudad de Buenos Aires. Aunque la crisis actual es diferente a la de aquel tiempo, en el peronismo están preocupados por las expresiones de violencia para expulsar el dolor y el enojo contenido.
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DIEGO